lunes, 12 de mayo de 2008

Pactos y memorias


Escribe Juan Manuel Fierro, académico.

"Alma, no me digas nada, / que para tu voz dormida/ ya está mi puerta cerrada. / Una lámpara encendida/ esperó toda la vida tu llegada/ Hoy… la hallarás extinguida./ Los fríos de la otoñada/ penetraron por la herida…". Este es un fragmento del poema "Canción" escrito por Juan Guzmán Cruchaga en las medianías del siglo pasado, para ser más preciso en el año 1920. Eran días locos y creativos; estaba todo por hacer. El enamorar se practicaba artesanalmente y un silbido era la clave para reconocerse en la calle. Se usaba, a falta de correo electrónico, el escribir iniciales y mensajes en las murallas del colegio, eran días de estaciones y de regresos. El mundo se tomaba un recreo, para asumir, casi veinte años más tarde, una nueva guerra.
El poema habla de pactos y memorias, pero esencialmente de olvidos. Borges señalaba que el olvido es una forma de venganza, pero es también un puerta cerrada, quizá una equivocación repentina. En un país sin memoria como el nuestro, las voces dormidas poco importan, menos una canción que habla de desconocidos que una vez se amaron y tuvieron que padecer el largo desierto del desencuentro. Hoy son días de farándula y escándalos de poca monta, ya no importa lo esencial, interesa lo urgente y por cumplirlo apretamos botones y desencadenamos tanques. Han visto algo más ridículo que las discusiones públicas de hoy.
El cambio de siglo nos trae la resaca de cambalaches y desfiles. El signo de la vida cotidiana es "todos en el remolino", de ahí podemos salir disparados hacia la santidad o hacia el baile del koala. De simples desconocidos, un concurso cualquiera, nos maquilla de héroes o aficionados. Felizmente la poesía aún conserva su magia innovadora y por eso, ante tanta tontería, podemos decir , no importa, " ya está mi puerta cerrada".

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