martes, 6 de mayo de 2008

Cambio

Escribe Sergio Castillo


Estamos hasta el cuello hundidos en la desidia centralista. Acaba de aprobarse un aumento de las áreas urbanas de la Región Metropolitana. Eso significa más metro, más aporte económico de las regiones castradas en su desarrollo, más contaminación y más desequilibrios mentales que finalmente nos rebotan setecientos kilómetros al sur. Desarrollo ¿Qué desarrollo? Un mísero puñado de monedas. Tren al sur que ya no existe. Durmientes fuleros que liquidaron a nuestros campesinos ¿Quién protestó? ¿Salieron los universitarios a defender los intereses regionales?
Pareciese que quienes hemos predicado un regionalismo serio, hemos sido incapaces de encantar a las nuevas generaciones que desfilan por muchas cosas menos por la tierra donde esperamos que construyan otro futuro. La culpa no es de los intereses centralistas sino de quienes hemos sido incapaces de plantarles cara y desenmascarar a quienes venden identidad regional a cambio de cargos públicos o tranquilidad económica.
La politiquería ha hecho crisis y la palabra empeñada en documentos de compromisos con las regiones ha servido para todo, menos para hacer sentir que Chile es un país equilibrado.
Resulta penoso que nadie señale lo que cuesta hacer producir esta tierra a miles de pequeños agricultores. El mejor abono se encuentra en el norte pero su precio es inalcanzable para la mayoría. Se entregó la riqueza blanca al mejor postor. Pero aquí se protesta al ritmo que tocan politiecologistas bien pagados ¿Qué hacer? Pues recomenzar ese largo camino para devolvernos la dignidad de ser ciudadanos. Para ello es necesario que cada uno en su entorno genere identidad regional, cual es conciencia de dignidad personal. Y más temprano que tarde, agruparnos para convertir el regionalismo en un movimiento que le devuelva a Chile el espíritu de sus fundadores.

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