martes, 6 de mayo de 2008

Las indigestas frutas

Escribe Guillermo Leay


Corría las finales del año 1971 y se vivía un Chile convulsionado. Ya comenzaba a consolidarse un sistema totalitario y esto provocaba reacciones. El grupo de amigos personales del presidente Allende era atacado duramente por la prensa de la época y los políticos opositores no le daban tregua y comenzaban a denunciar que el gobierno estaba creando organismos paralelos, al margen de la ley y más encima los estaba armando. Fue un tema negado enfáticamente por parte del ministro del interior de la época.
Pero lo impensado, un simple accidente automovilístico, se encargó de dejar en descubierto la poca veracidad de las declaraciones del gobierno a través de su vocero.
Un Fíat 125 se vuelca en Curimón, pueblo ubicado cerca de Los Andes. El vehículo transportaba en su interior a miembros del GAP presidencial y no sólo eso, además una buena cantidad de granadas, pero no crea que de deliciosas y coloridas frutas. No. Se trataba de armamento de guerra.
Allí la hecatombe política, acusaciones y recriminaciones, pero en lo político la explosión, que concluye con una acusación constitucional para destituir al ministro del Interior.
37 años después el árbol gubernamental sufre un nuevo e impensado sacudón, que hace caer frutas y a la subsecretaria de Transportes. La causa esta vez, es que la funcionaria es sorprendida distribuyendo frambuesas en un auto fiscal y se desata el escándalo justo en el momento en que se conocen nuevos hechos de corrupción y mala utilización de recursos fiscales.
Las dudas que nos asaltan hoy, como ayer, son, quienes asumen altas investiduras en el gobierno ¿están preparados culturalmente para ello?, ya que a todas luces y por los costos que significa este tipo de hechos al país, ya no basta el famoso cuoteo. De insistirse en él, aumentará el desprestigio, la poca credibilidad de la gente en las instituciones y seguiremos recordando nuestro folclor, sobre todo esa linda canción que dice: "Mata… de, mata de arrayán florio……"
Que duda cabe, a ciertas tendencias políticas las frutas les resultan indigestas.

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