martes, 27 de mayo de 2008

Abelardo Figueroa (Vivian Arend)

Cuando fui a buscar un perrito donde Willy Gerder, apenas te vi supe que eras tu con quién tenía que volver a la casa. Supongo que para ti fue muy distinto, un mamífero grande y desconocido te separaba de tu mamá y tus hermanos. Pero aún en ese momento ya eras capaz de dar cariño; movías tu colita y besabas manos. Torpe de mí, para más remate, cuando yo creía que volvía a casa con un perrito salchicha café, no imaginaba siquiera que lo que traía era un compañero. Un mejor amigo. Tu facilidad para aprender las reglas de convivencia compensó con creces tus juegos de niño. Tenías carácter, sin duda; porfiado como nadie, ladrador, posesivo, tragón y camorrero. Así era tú, con tus patitas chuecas y tu espalda larga…
¿Así eras tú? No, fuiste mucho más que eso. Fuiste el único que aún enfermo, me esperaba en la puerta y te alegrabas que yo estuviera. Fuiste el único que sin preguntar supo cuando tenía pena. Aguantabas mi mal humor con la misma generosidad con que adoptaste a mi hija y te "hiciste cargo" de mi familia, incluido amigos y parentela.
Amigo querido, estos últimos meses no lo pasamos bien. A ti te dolía todo el cuerpo y a nosotros nos dolía el alma. La decisión fue dolorosa, después de 18 años de tanto compartir, un sedante te volvió la calma y a nosotros nos dejó un vacío. Especialmente a este corazón mío que aún no logra entender cómo en cuatro patitas, puede caber tanto amor que en un mundo trivial, pareciera no tener razón. Pero la tuvo Abelardo. Por eso te pido perdón. Por todas esos momentos que tu sólo querías jugar, pero yo estaba tan ocupada sacando cuentas o por ese tiempo que tu sólo querías estar, pero yo estaba tan preocupada de la última payasada de alguna autoridad fraudulenta. Noble amigo, por todas las veces que te dejé por esas cosas más importantes de humanos que hablan de futuro y caridad, sin darme cuenta que a mis pies, tenía en doce kilos envueltos en suave piel, sin idiomas ni diplomas, el más auténtico representante de la bondad: Gracias!

1 comentario:

una macako feliz! dijo...

simplemente maravilloso, ese relato me conmovió mucho, y se transmitió sin mayor problema el gran cariño y el gran lugar que ocupa este ser tan noble en tu corazón, y en la vida misma, sin darte cuenta eres capaz de entenderlo. quizás debió irse, pero fue lo mejor para él, y creo que una gran pena para la familia. en lo personal creo que dependemos uno del otro y esto me recordó que debo ir a compartir con ellos.