viernes, 16 de mayo de 2008

Las armas de ayer

Escribe Gustavo Cuevas Farren


Es el título del libro escrito por Max Marambio, ex militante del MIR y por dos años, jefe del "Gap" o guardia personal de Salvador Allende, exiliado después en Cuba, y hoy próspero empresario.
Quiero compartir con mis lectores una reseña del libro y una reflexión final. Ha sido escrito con franqueza, nostalgia y pasión, porque es la crónica de una vida tempranamente dedicada a lo que Marambio denomina su "lucha revolucionaria".
Entrenado en Cuba en las tácticas de la guerrilla, fue un estudiante aventajado que el propio Fidel protegió. Luego y cuando militaba en el MIR, lo sorprendió el inesperado triunfo de la Unidad Popular, convirtiéndose en el primer responsable del grupo de izquierda que otorgaba protección a Allende.
Desacuerdos políticos lo hicieron abandonar este grupo y también el MIR, y al producirse la intervención militar de 1973 buscó refugio en la Embajada de Cuba, donde permaneció asilado por varios meses. Hoy, sesentón, sublima sus ímpetus revolucionarios acometiendo con vigor y éxito su actividad empresarial.
Creo que de lo relatado, fluye una conclusión muy perturbadora, porque para el autor, como para la mayor parte de los sectores políticos hoy reunidos en la Concertación, la lucha armada que protagonizó Marambio debe ser considerada como una gesta idealista y tesonera en defensa del pueblo y sus derechos, injustamente reprimida por los "esbirros" del gobierno militar, que así consiguieron perpetuar una sociedad injusta. Es decir, una total condonación para con los actos cometidos por los revolucionarios de ayer, y todo el rigor de la ley para quienes, con errores por cierto, se empeñaron en restablecer el Estado de Derecho.
Sin embargo omite u olvida Marambio que los chilenos, abrumadoramente, rechazaron entonces este método de violencia armada y tampoco asume que un hipotético triunfo de sus compañeros de lucha habría sumido a nuestros compatriotas en una larga y tenebrosa noche totalitaria, la misma que oprime al pueblo cubano. En síntesis, Marambio desfigura nuestra historia.

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