viernes, 25 de julio de 2008

Música del agua

Escribe Xavier Echiburú, teólogo


No es difícil imaginar qué pasó por la mente de Música Sepúlveda en el preciso instante en que decidió arrojar el agua de un recipiente sobre la ministra de Educación. La propia muchacha —alumna hasta ahora del liceo Darío Salas, donde alguna vez mi madre, siendo muy joven, ejerció la docencia— ha reconocido que sintió impotencia y ofuscación, y que no encontró mejor idea que echar mano del jarro lleno para manifestar su legítimo descontento con la autoridad.
Por supuesto que una acción de esta naturaleza hubiese sido impensable en los tiempos en que la ministra —o mi propia madre— vistió uniforme de colegio. Pero hoy las cosas son distintas. Los tiempos han cambiado. Los niños de ahora saben muchísimo más que los de hace 30, 40 ó 50 años, cuando una cantidad importante se hallaba excluida de toda participación en la educación formal. Hoy saben reclamar mejor sus derechos (¿también sus deberes?) y es mucho más difícil "pasarles gato por liebre".
Pero el tema de la educación claro, no se circunscribe únicamente a lo que ocurre dentro del aula. Hunde sus raíces en la desigualdad entre los hogares, en la diferencia de ingresos de los padres, en el inequitativo acceso a los libros o al conocimiento digital.
Abarca además la calidad en la formación de los profesores —incluyendo sus remuneraciones y las condiciones de trabajo— y la efectividad en la gestión de las escuelas: muchas aristas reales y poca buena voluntad de parte de los actores involucrados. Exceso de desplantes y falta de paciencia para concordar.
Por eso lo que incomoda de Música (además de un par de consignas ideológicas trasnochadas que repitió mecánicamente frente a la prensa) es su completa falta de arrepentimiento; su nula capacidad de autocrítica.
En lugar de la agresión, mejor poner más imaginación —tal vez escuchando la bella suite de Haendel— pues mejorar la educación también es una cuestión de creatividad.
De otro modo, el estado de las cosas en esta materia crucial no variará sustancialmente.

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