miércoles, 9 de julio de 2008

Animales curiosos

Escribe Manuel Ortiz Veas.

Según los paleoantropólogos, la posición bípeda y el caminar a zancadas fue fundamental en la deriva evolutiva humana. La investigación ha señalado que hace 70 millones de años una ardilla fue nuestro más anciano progenitor; y al parecer el pliopithecus -hace 20 millones- "ya caminaba en dos pies, dejaba libre sus brazos y podía en las praderas "ver a lo lejos". Ver a lo lejos que incita a: alejarse y adentrarse en misterioso. Además impulsa a averiguar, saber y conocer…y a descubrir lo inalcanzable: Ese horizonte que siempre se nos aleja.
¡Hay más ignorancia que conocimiento y vemos lo que esperamos ver! Esta frase atribuida a Michael Shermer expresa el drama humano… mientras más sabemos nos damos cuenta que sabemos menos. Y Eduard Punset señala: no hay engaño… hay ilusión.
Por su parte, Einstein planteaba que el motor de la ciencia era lo insondable y lo que estaba lleno de misterio. Ciencia que cuando es verdadera crea sus mecanismos de control, experimentación y autocorrección; debe ser fiable para los "animales curiosos" mediante vínculos causales, grupos experimentales y de control; y poniendo siempre en primer lugar un inquisidor pensamiento crítico. Lo anterior nunca debe significar ser prisionero de teorías que, siendo "maravillosas", lo atan como traje de fuerza, llevándolo al irrespiro y a la única mirada. Y aquí irrumpe una característica primordial en el "científico": la mirada y la pregunta nueva que rompe con la visión tradicional. Mirada que respetando y admirando a los antecesores "ve más allá serendipiticamente" y descubre e inventa.
Y atención con lo curioso y la curiosidad. No entenderlo como intrusidad o indiscreción farandulera. Edison habría dicho: 99 por ciento de transpiración y 1 por ciento de imaginación. El científico es un trabajador incansable y meticuloso… cuidadoso y diligente en todo su hacer… un animal curioso primoroso…que se fija en todo y en los detalles más mínimos … en las diferencias…y así el ve saltar la liebre blanca e inquieta que los demás no ven.

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