miércoles, 23 de julio de 2008

Ingrid liberada

Escribe Eugenio E. Vogel


La liberación de Ingrid Betancourt tiene muchas lecturas, ninguna de las cuales es favorable a los movimientos terroristas sean ellos actuales o pasados, insurgentes o de Estado.
No hay causa moralmente justa que se pueda basar en la toma de rehenes como medio de lograr sus objetivos. Como decía Martin Luther King: "Los medios preceden a los fines, y por tanto no hay fines morales sin medios morales". Ingrid se transformó en un símbolo mundial de todos los retenidos a la fuerza por agentes políticos y su liberación significa una derrota de los plagiadores de todo signo.
Incluso quienes hasta no hace mucho tenían un lenguaje ambiguo respecto de los ciudadanos honestos retenidos por las Farc ahora se declaran jubilosos. En el terreno de los derechos humanos, menos que en ningún otro ámbito, no es admisible un doble discurso. O se está por la dignidad de todo ser humano por sobre las diferencias posibles (políticas, religiosas, raciales, etcétera) o se está por el rol de bestia, única en su especie, capaz de someter al cautiverio oculto a sus semejantes.
¿Hay mucha diferencia entre los prisioneros de las Farc, los de los campos de concentración nazi, los de la Dina, los negros del comercio de esclavos o los encerrados en sótanos austriacos de reciente data? Salvo porque en algunos de estos casos la arbitraria privación de libertad estuvo acompañada por apremios, tortura y/o trabajos forzados, lo sustancial es siempre lo mismo.
En última instancia siempre se trató de seres humanos sometidos a la voluntad de poderosos, sin posibilidad alguna de protección legal y sin término previsible de su precaria condición.
Por importante que ha sido la liberación de Ingrid y otros 14 rehenes, estamos aún lejos de extirpar este mal de la humanidad. Se ha progresado; ya no hay esclavos. Sin embargo, hay aún en el mundo grandes cantidades de hombres, mujeres y niños privados de libertad al margen de todo estado de derecho. No se debe, ni se puede bajar la guardia.

No hay comentarios: