martes, 15 de julio de 2008

¡Hasta cuándo!

Escribe Roberto Muñoz Barra, senador


Es conveniente transparentar posiciones frente a la realidad de la educación en nuestro país. No hacerlo, es simplemente condenar a generaciones a la exclusión de ascenso a mejores posibilidades de futuro.
Una de las interrogantes centrales que se elude es ¿debe continuarse con el actual sistema municipalizado?
En esta extraña realidad educacional, llegó un Proyecto de Ley al Senado que permitía que para ser elegido alcalde no era necesario tener cuarto año medio de estudios. Esto significaba entonces, que esa importante autoridad con primero o segundo medio se podía convertir en el guía y responsable de la educación de vuestros hijos y al mismo tiempo en el jefe técnico de maestros que debieron cumplir con años de estudios universitarios.
Aberración por donde se le mire. Asumiendo responsabilidades, soy partidario que la educación debe depender del Ministerio Técnico, en forma integral, si se quiere descentralizado, con facultades ejecutivas en las seremías de Educación regional, cuyo papel hoy en día es de simple buzón administrativo, facultades a las direcciones provinciales y si es necesario, crear las direcciones departamentales que existían en el pasado.
Los municipios sólo deben ser colaboradores del sistema, en la medida que sus recursos se los permita.
Digamos las cosas por su nombre. En la realidad educacional hay juego de intereses que se cubren con habilidad hipócrita, tiene su cola diabólica metida el lucro, hoy en día ser sostenedor de una escuela es mejor negocio que un restaurante, por cuanto el Estado le entrega a ese empresario privado los mismos recursos que a la educación pública.
No estoy en contra de la educación privada. Lo que sí creo, es que el Estado chileno debe responsabilizarse de lo que le pertenece constitucionalmente y no conformarse con ser un ente que subsidia.
La educación pública no puede ser un fantasma difuso. El no darle forma será un permanente problema de conflictos y presiones, los estudiantes, los maestros y la familia en general no aceptarán este raro engendro.

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